El paseo II
Aceleramos el paso para que el auto no nos perdiera de vista ( o mejor dicho sus ocupantes)...Así, antes de llegar a la esquina el auto doblo raudo y tomo la avenida en sentido contrario al nuestro. Una 30 mts mas adelante detuvo su marcha y el brazo del conductor salió por la ventanilla y nos hacía señas para que fueramos hacia el vehículo. A esa altura, yo ya estaba parado en medio de la avenida (una manito en la cintura y la otra en alto) diciéndole que viniera él. La puerta del automóvil se abre, el chico baja y a medida que se aproxima al trote, me di cuenta que no estaba bueno...estaba BUENÍSIMO!!...Una mini conversación nos llevo a su invitación de subir con el al auto, a lo que yo dije:
- Pero estamos impares, ustedes son tres y nosotros dos.
- Ah, no hay problema a uno de ellos lo estamos llevando a su casa ya...
Mi amigo PG inmediatamente preguntó (la respuesta decidiría su propio futuro más próximo dentro de ese auto) Pero, el que se baja....es...es el más robusto? (sinónimo de gordo, en este caso, que era el muchachote que iba de acompañante y no nos cuadraba a ninguno de los dos...)
El muchacho conductor, rubio, divino, con mucho morbo en su cara, en su boca, en sus ojo azules, en esas piernas contorneadas que quedaban tan bien dentro de ese jean azul...Ups, perdón me deje llevar!..Volviendo, el pibe este asintió que el robusto sería el que se bajaría a unas pocas cuadras de allí.
Así el amanecer nos encontró subiendo al auto...al diminuto auto (ahí entendí por que el gordito iba adelante). Los dos atrás junto al tercer ocupante del móvil, rubiecito, muy lindo también, que era el que le gustaba a PG...Yo me quedaba con el conductor, que era con el cual parecía haberse cruzado la onda desde el primer cruce de miradas. Y de ahí en más todo sería fantástico...Bebíamos cerveza con el rubio de atrás, yo me frecuentaba miraditas por el espejo retrovisor con el conductor, mientras íbamos en dirección seudo recta (dado el efecto heineken en sus reflejos) por la avenida, hacia el lado de donde nosotros habíamos venido...Giramos en una esquina, luego volvimos a girar en la otra y así hasta alcanzar la avenida nuevamente. Mientras intentaban saber si existía la posibilidad de hacerse de mas cerveza, claro está, con nuestro dinero...
Mientras, el gordito...el gordito nunca se bajó del auto...Seguimos siendo cinco por varias cuadras, hasta que viendo que no nos sacarían un peso ni aunque nos dieran vuelta decidieron bajarnos del auto...Justo en la esquina donde habíamos empezado la caminata esa madrugada, a escasas dos cuadras del boliche...¡Y yo seguía con mis botas pintadas en los pies!!!!...
Nos miramos con resignación, y comenzamos a caminar en silencio fantaseando todo lo que hubiéramos podido hacer con esos rubios, sino fuera por el gordo que nunca se bajó del auto... Las cuadras se volvían sobre nosotros con la misma lentitud que el sol se tomaba para despertarse sobre la ciudad...Pero aún nuestro periplo no había terminado....
(continuará)
- Pero estamos impares, ustedes son tres y nosotros dos.
- Ah, no hay problema a uno de ellos lo estamos llevando a su casa ya...
Mi amigo PG inmediatamente preguntó (la respuesta decidiría su propio futuro más próximo dentro de ese auto) Pero, el que se baja....es...es el más robusto? (sinónimo de gordo, en este caso, que era el muchachote que iba de acompañante y no nos cuadraba a ninguno de los dos...)
El muchacho conductor, rubio, divino, con mucho morbo en su cara, en su boca, en sus ojo azules, en esas piernas contorneadas que quedaban tan bien dentro de ese jean azul...Ups, perdón me deje llevar!..Volviendo, el pibe este asintió que el robusto sería el que se bajaría a unas pocas cuadras de allí.
Así el amanecer nos encontró subiendo al auto...al diminuto auto (ahí entendí por que el gordito iba adelante). Los dos atrás junto al tercer ocupante del móvil, rubiecito, muy lindo también, que era el que le gustaba a PG...Yo me quedaba con el conductor, que era con el cual parecía haberse cruzado la onda desde el primer cruce de miradas. Y de ahí en más todo sería fantástico...Bebíamos cerveza con el rubio de atrás, yo me frecuentaba miraditas por el espejo retrovisor con el conductor, mientras íbamos en dirección seudo recta (dado el efecto heineken en sus reflejos) por la avenida, hacia el lado de donde nosotros habíamos venido...Giramos en una esquina, luego volvimos a girar en la otra y así hasta alcanzar la avenida nuevamente. Mientras intentaban saber si existía la posibilidad de hacerse de mas cerveza, claro está, con nuestro dinero...
Mientras, el gordito...el gordito nunca se bajó del auto...Seguimos siendo cinco por varias cuadras, hasta que viendo que no nos sacarían un peso ni aunque nos dieran vuelta decidieron bajarnos del auto...Justo en la esquina donde habíamos empezado la caminata esa madrugada, a escasas dos cuadras del boliche...¡Y yo seguía con mis botas pintadas en los pies!!!!...
Nos miramos con resignación, y comenzamos a caminar en silencio fantaseando todo lo que hubiéramos podido hacer con esos rubios, sino fuera por el gordo que nunca se bajó del auto... Las cuadras se volvían sobre nosotros con la misma lentitud que el sol se tomaba para despertarse sobre la ciudad...Pero aún nuestro periplo no había terminado....
(continuará)
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